HISTORIA DE LAS DROGAS
FUENTE: A ESCOHOTADO, E
GONZÁLES DURO, G. BAULENAS, J.L. DIEZ RIPOLLÉS Y I. MARKEZ (COORDINADOR).
“LAS DROGAS DE AYER A MAÑANA”.
TALASA EDICIONES. MADRID
Las civilizaciones antiguas de China e India,
así como los médicos y sanadores griegos, romanos y árabes de la Edad Media,
se refieren al uso del cannabis para obtener risa y alegría por efecto
narcótico. Redescubierta la marihuana, el siglo pasado en Inglaterra, fue
ampliamente utilizada por el sector juvenil e intelectual (años 60 y 70). En
esos años proliferaron las investigaciones sobre sus efectos médicos
beneficiosos. Después llegaran los años duros de la prohibición en los EEUU.
La historia del opio, se remonta al Antiguo Imperio Egipcio, como un
medicamento por excelencia frente al dolor físico y psíquico. Por sus
propiedades medicinales fue utilizado por las culturas posteriores, no
registrándose adicciones hasta finales del siglo XVIII.
Otras sustancias narcóticas como la mandrágora, belladona y el beleno, con
sus efectos afrodisíacos y alucinatorios, fueron responsabilizadas de las
intoxicaciones, que la Edad Media y el Renacimiento consideraron como
brujería. De los derivados Hoffman, obtuvo en 1943 la psicodélica LSD,
ilegalizada en 1966.
La cocaína, aislada por A. Niemann en 1859, fue en sus orígenes muy
recomendada por los médicos para combatir el alcoholismo, la depresión, la
impotencia, la anorexia, la tuberculosis, etc.
La primera legislación en contra de las drogas de los EEUU es la ley
Antinarcóticos de Harrison, en 1914.
Según A. Escohotado:
-En la mayoría de los pueblos recolectores- cazadores, los integrantes
aprenden y reafirman su identidad cultural, atravesando estados de
conciencia modificados por el empleo de alguna droga psicoactiva. Lo que se
percibe en ellos, fue el corazón de sus cultos a titulo de conocimiento
revelado.
-Para obtener el favor de los dioses las antiguas civilizaciones tenían dos
procedimientos, obsequiaban víctimas, o comían en común algo considerado
divino. Esta segunda forma de sacrificio, el ágape o banquete sacramental se
relacionaba con drogas.
-El chamanismo, la más antigua fusión de medicina, magia y religión,
administraba técnicas de éxtasis, para lograr un trance que borraba las
dimensiones entre la vigilia y el sueño, y lo hacía administrando alguna
droga. Por eso el nivel de conocimiento de botánica psicoactiva de cada
civilización depende de la supervivencia de una religión natural, regulada
por chamanes.
-La ebriedad es una experiencia a veces religiosa, otras sólo hedonista, que
el hombre antiguo practica con variadas sustancias psicoactivas. La ebriedad
sacramental tiene que ser distinguida entre posesión (alcohol, tabaco,
belladona, etc. Induce raptos de frenesí corporal donde desaparece la
conciencia crítica; acompañados por música y danzas violentas); y viaje
(apoyada en drogas que potencian los sentidos sin borrar la memoria: su
objeto era suscitar una excursión psíquica conciente e introspectiva).
La antigüedad remota:
La primera noticia sobre adormidera (de la cuál se extrae el opio) aparece
en las tablillas sumerias del tercer milenio antes de Cristo, se designaba
con un nombre que significaba gozar. También aparece en la antigua Babilonia
y en la cultura cretense micénica. Posteriormente se encuentra en la
civilización egipcia, recomendada como analgésico y calmante. De hecho el
opio aparece mencionado por Homero, en La Odisea, como lo que hace olvidar
cualquier pena.
El cultivo de adormidera es originario de Europa y Asia Menor, en cambio el
empleo de cáñamo (del que deriva la marihuana) remite a China. Inmemorial es
también su empleo en la India. La tradición brahmánica cree que agiliza la
mente, otorgando larga vida y potenciados deseos sexuales. También algunas
ramas budistas celebraron sus virtudes para la meditación.
En cuanto a los estimulantes puros, basados en drogas como cafeína y
cocaína, también se utilizan desde la antigüedad. El arbusto de la coca es
originario de los Andes, y puedes ser rastreado desde el siglo III a. de C.
También son originariamente americanos el guaraná y el mate (que contienen
cafeína), y el cacao (que contiene teobromina, una sustancia similar). En
India e Indonesia se obtienen análogos efectos con el betel, y China usa
desde hace cinco milenios el té (que contiene cafeína y teína). El café es
africano y su hallazgo es en el siglo X de nuestra era.
El mundo griego:
La escuela hipocrática utilizaba las drogas, sosteniendo que lo esencial es
la proporción entre la dosis activa y la letal, ya que solo la cantidad
distingue el remedio del veneno.
Los griegos con fines ceremoniales y lúdicos usaban además de vino y
cerveza, el cáñamo y otras solanáceas, aunque también formaban parte de
terapias específicas. Sin embargo la droga de mayor popularidad era el opio,
que nadie consideraba como panacea, ni tampoco como algo despreciable. Los
griegos, no ignoraban un problema de toxicomanía, pero centraron la
peligrosidad delas drogas en una sola, el vino, símbolo de Dionisios. En lo
que respecta a la naturaleza del vino, habitualmente se creía que constituía
un espíritu neutro, capaz de producir bienes o males atendiendo a cada
individuo y ocasión. Platón fue uno de los más vigorosos defensores de sus
virtudes.
El mundo romano:
En época de los césares se fumaba marihuana en reuniones para incitar al
disfrute; las plantas fundamentales de Roma fueron la adormidera y la vid.
Dioscórides describe el opio como algo que quita el dolor, mitiga la tos y
el insomnio. Era ampliamente utilizado, y sus usuarios no existen ni como
casos clínicos ni como marginados sociales.
El fin del paganismo:
En estas culturas tan distintas insiste la idea de las drogas como
sustancias neutras, que intensifican las inclinaciones naturales, buenas o
malas del individuo, y por lo tanto cooperan al autoconocimiento. Ya
Hipócrates aconsejaba ceder a la ebriedad de tanto en tanto, considerando
que la relajación es cosa sana, terapéutica en si misma. La relajación
obtenida era para el pagano uno de los dones dionisíacos, admitido también
por el Antiguo Testamento. La fe cristiana desea en cambio, una medida
considerable de aflicción, porque el dolor es grato a Dios. De ahí toda
ebriedad implica debilidades culpables.
Islamismo y ebriedad:
El opio era usado por los ricos como medicina, y por los pobres como
panacea, para aliviar su inferioridad. Para el Islam el opio es medicina
para los jóvenes y panacea para los viejos. El árabe se sirve del opio como
euforizante general, admitiendo que crea hábito cuando se consume en altas
dosis, durante períodos largos. Lo singular del uso árabe es que busca el
acostumbramiento con el fármaco para evitar episodios de intoxicación aguda
accidental.
Drogas y satanismo:
El descubrimiento de América acentuó la cruzada europea contra la brujería.
La inquisición persiguió gran número de nativos por emplear sus drogas
tradicionales. La represión fue tan fuerte que hasta los años cincuenta del
siglo pasado no se redescubrieron muchos ritos relacionados con peyote,
hongos psilocibios y otras plantas psicoactivas.
El resurgir de la medicina:
Primero fue necesario reducir lo sobrenatural a las propiedades de ciertas
plantas, luego era preciso demostrar que dichas propiedades eran útiles para
todos, siendo pura y saludablemente medicina. El segundo paso fue llevado
adelante en gran medida, por Paracelso, médico y alquimista del siglo XVI.
Fue un defensor del opio, junto con sus seguidores, que consideraban que el
opio “es un inmenso don de la Providencia para mitigar los sufrimientos del
hijo del hombre”. Así en pocos años el opio pierde su carácter herético
previo.
El primer medicamento opiado barato, de gran fama serán los polvos de Dover,
que contenían un 20% de opio, y se compraba en las boticas, como hoy la
aspirina, para una amplia gama de síntomas, que iba del dolor en general al
insomnio. Aunque este tipo de productos era marcadamente psicoactivo se
tomaban como un modo de combatir molestias y de sentirse mejor. Quién los
usaba más desordenadamente daba muestras de necesitar más y procuraba no
difundir cualquier otra manía.
DISTINTAS MODALIDADES DE CONSUMO:
Los niveles de consumo van desde el uso (consumo más o menos esporádico) al
abuso (dosis elevadas, con riesgo de deteriorar la persona y el entorno),
también tienen una franja borderline variable según las sustancias, quienes
las consumen y las circunstancias medioambientales.
En nuestra cultura las bebidas alcohólicas, el tabaco, las cafeínas y muchos
medicamentos se utilizan como droga bastón, ya que sirven de apoyatura ante
las debilidades de las personas y sus estilos de vida.
La droga no existe, señala E. Gonzáles Duro. O sólo existe como invento del
Estado, a través de sus aparatos ideológicos: familia, iglesia, escuela,
medios de comunicación, etc.; para encubrir las desigualdades, para reforzar
el control de esta sociedad con sus códigos restrictivos: no fume, no
consuma, no proteste, no...nada. No existe la droga pero si existen multitud
de drogas ofertadas por todas partes y accesibles para cualquiera que las
pretenda.
De acuerdo a A. Escohotado el problema de las drogas, no son ellas mismas,
sino aquello que las circunda, producto de su actual situación de
ilegalidad, clandestinidad, marginalidad y prohibicionismo. Los problemas
comienzan y continúan con su prohibición. Ya que una droga normalizada
legalmente requiere limitaciones en su producción, distribución y venta;
requiere calidad, información, control de precios y publicidad. Es decir
necesita regular lo que hoy no esta regulado más que por la represión.
Parece que lo importante no es la sustancia, ni su definición, ni su posible
acción sobre el comportamiento de quien la utilice, sino más bien el
discurso en torno a ella. Las drogas pueden ser peligrosas. Las drogas que
son ahora y aquí ilegales y las legales. Pero su ilicitud genera más
dificultades, que podrían evitarse en la situación de normalización legal.
Consumo antiguo y actual de las drogas:
La mayoría de las sociedades humanas ha dispuesto y utilizado, de un modo
normativizado, ritualizado o incluso sacralizado las drogas con fines
medicinales, religiosos, festivos o meramente lúdicos. Tradicionalmente, el
consumo de drogas estaba adecuadamente equilibrado por pautas culturalmente
establecidas, por lo que sus efectos eran funcionales e incluso beneficiosos
para el individuo y para la organización social.
En las sociedades post-industriales las drogas son creciente y masivamente
utilizadas para calmar carencias ignoradas y generalmente en contra de unas
pautas cada vez más difusas, con los consiguientes desequilibrios y
desajustes. Actualmente las drogas se han constituido como un uso social
generalizado, casi imprescindible para mucha gente. Parece que los ritmo
psicobiológicos (vigilia-sueño, actividad-reposo) que naturalmente se
autorregulan, no consiguieran adaptarse a las exigencias de la vida moderna
y tuvieran que corregirse forzadamente por medio de sustancias tóxicas. Las
utilizamos para casi todo, para cada dolor o problema, para cada frustración
o depresión, para el contacto social o la evasión. Y la omnipotente
publicidad nos induce a ello. Las drogas actúan como lubricantes
psicosociales en una sociedad disfuncional.
Con las drogas podemos creer que evadimos las dificultades, pero es en vano.
De ahí la tendencia a la repetición de su consumo, a la toxicomanía, que a
veces no es más que la sustitución de una dependencia psicosocial, por otra
relación de dependencia psicoquímica, en la que uno cree experimentar la
felicidad.
En la actualidad asistimos a un consumo despersonalizado de drogas. La
cuestión es conseguir un placer inmediato, instantáneo y espúreo, mediante
la adquisición de una mercancía anunciada como sucedáneo de la felicidad.
Pero si el consumo de drogas esta generalizado, que lleva a que unas sean
prohibidas y las otras promocionadas? No se trata de que sean más tóxicas
las ilícitas, incluso, por ejemplo cualquier hipnótico, puede ser droga o
medicamento, según el ceremonial utilizado para el consumo, según se tome
para “colocarse” o porque un médico lo ha prescrito.
Contra el prohibicionismo:
Al prohibicionismo se le propone otra alternativa, la legalización, la
liberación. Lo que supondría que las diversas drogas existentes podrían ser
adquiridas libremente a precios asequibles y consumidas legalmente por
cualquier persona mayor de edad. La cuál debería estar consistentemente
informada de los efectos de cada droga y advertida de todos los riesgos. Tal
como sucede actualmente con el alcohol y con el tabaco, cuyo consumo esta
siendo eficazmente desalentado. La legalización asestaría un golpe mortal a
los grandes narcotraficantes.
Los consumidores de drogas dejaría de ser los chivos expiatorios de la
sociedad y tardarían más en convertirse en adictos, si se convirtieran, por
la misma razón de que no todos los bebedores son alcohólicos.
Tenemos que aprender a vivir con autonomía en un mundo que nos induce a
consumir compulsivamente y a hacernos dependientes, y no sólo de las drogas.
Es preciso adquirir pautas de consumo no nocivas, que integren
progresivamente las sustancias psicoactivas que nos invaden. Puesto que una
sociedad sin drogas es una utopía, la única salida posible es legalizarlas.
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