ADICCIONES, CINE Y MEDIOS AUDIOVISUALES UNA PERSPECTIVA DESDE LA �TICA Y LOS DERECHOS HUMANOS |
Sid & Nancy 1986 |
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Director: Alex Cox Elenco:
Gary Oldman (Sid Vicious) |
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Sid & Nancy Una sobredosis de goce POR DANIEL ZIMMERMAN
Estamos ah� donde el sufrimiento no puede hacer sufrir MARGUERITE DURAS
�Sid & Nancy� fue dirigida por Alex Cox en 1986. Situada a fines de los a�os setenta, desarrolla la dram�tica relaci�n entre Sid Vicious, integrante del grupo punk ingl�s Sex Pistols y Nancy Spungeon, una admiradora de origen estadounidense. Sus protagonistas son Gary Oldman y Chloe Webb. Ellos crean dos personajes tan verdaderos como los Sid y Nancy originales. As�, entonces, como criaturas a las que el discurso f�lmico da vida, nos introducen en la dimensi�n del goce mort�fero que el consumo de drogas promete.
Contra el muro
La pel�cula pone en escena el momento preciso en que Sid se deja llevar por ese llamado al goce. Recostado contra un muro a la salida del pub, Sid pregunta a Nancy si se encuentra bien.
-�No, c�mo voy a estar bien as�; nunca conf�es en un adicto; apenas llegu� me rob� las cincuenta coronas que le d�.� Nancy golpea el muro con el pu�o.
-��Puedes conseguirme?, pregunta �l. -�S�, tal vez� responde Nancy sin dejar de rasgu�ar el muro. -�Parece que duele�. -�D�jame. S�, duele�. -�Observa, esto tambi�n duele�. Sid golpea su cabeza bruscamente contra la pared. -��De veras quieres? Dame todo tu dinero y en una hora nos vemos en el bar�. Sid pasar� horas esperando bajo la intensa lluvia, confiado en que ella regresar�. Y as� sucede.
Sid cree en lo que Nancy le dice. Y justamente de eso se trata en el amor. El amor mayor � sostiene Lacan en su seminario RSI- est� fundado en que �l le cree. Y agrega a continuaci�n: El amor es precioso y de lo que se trata esencialmente es de una fractura del muro donde uno no puede sino hacerse un chich�n en la frente. En la medida, concluye, en que no hay relaci�n sexual.
Frente al muro Sid y Nancy no pueden m�s que provocarse chichones. Esa pared est� all� para recordarles que hay algo que no pueden evitar. Una barrera se erige siempre ante el sujeto para impedir su acceso al goce. El amor pide palabras de amor. Y no cesa en su reclamo. El goce sexual no puede ser tratado en forma directa. Para eso est� la palabra. Toda b�squeda de goce s�lo conduce al encuentro con lo mismo; todo retorno al goce vuelve siempre al mismo lugar. El goce sexual precisa la referencia a lo interdicto. La ley, el orden simb�lico, introducen la diferencia como tal. Es necesario que se produzca algo que constituya una fractura, un defecto. Algo que funcione de modo tal que nada sea identificable a ese recurso del goce. La droga ofrece a Sid y Nancy una dosis de goce. Los tienta con la promesa de un goce dirigido sobre el propio cuerpo, privado de toda interdicci�n.
Crisis
Sid y Nancy tienen serias dificultades para establecer un lazo con los dem�s. Pinceladas de sus respectivas historias nos hacen saber que estaban comprometidos en procesos de cierre de su realizaci�n como sujetos mucho tiempo antes de experimentar la droga. No hay nada que hacer, no le importamos a nadie, se lamentan. Ser algo para alguien, es decir: ocupar un lugar en el deseo del Otro. All� en efecto se encuentra la clave del problema. En tiempos instituyentes, ese lugar a Sid y Nancy les falt�. Este padecimiento arraigado en su historia los conducir� m�s adelante a ensayar dram�ticas tentativas para recuperarlo. Todo sujeto precisa afirmarse de alg�n modo en la escena del Otro. Si all� donde toma forma la causa del deseo el Otro hace de las suyas, surge necesariamente algo compensatorio que procura reparar lo que ha comenzado tan mal. Sid y Nancy quieren vivir, pero nada les aporta placer: est�n aburridos. �l se lamenta de que los americanos siempre est�n buscando algo �tan aburrido� como el sexo. �Aburrido Sidney� lo llama a uno de sus amigos m�s cercanos. Uno de los seguidores del grupo comenta:
�Los chicos punk son aburridos, no les gusta jugar pool� Y concluye: -�Voy a dejar de ser punk�, -��Y qu� vas a hacer?�, le pregunta su compa�era. -�Voy a ser un rude boy. Como mi padre�.
El padre es aquel que nombra. La operaci�n de inscribir el nombre propio exige el funcionamiento eficaz del Nombre del Padre. La funci�n del padre demuestra su eficacia a trav�s del impacto que opera en la familia. El relato cinematogr�fico excluye toda referencia al padre de Sid o al de Nancy. La pel�cula ilustra una crisis: el padre ha dejado de impactar.
Una Barbie
Con la droga conseguida por Nancy, Sid se inyecta por primera vez. Pasan la noche juntos en la casa de un amigo. Al despertar, ella ordena sus cosas para irse como si no hubiera otra alternativa. Sid insiste en que ella se quede. �De veras no quieres que me vaya?, replica ella sin salir de su asombro. Se trasladan a la casa donde viven Sid y su madre. Nancy se�ala sus brazos marcados: con estas cicatrices � afirma- nunca ser� una Barbie. En otras palabras: las cicatrices constituyen la garant�a de no ser la mu�equita, el osito de peluche del Otro. Pero tambi�n denuncian un punto de extrema dificultad. Nancy precisa establecer un corte; pero no encuentra la v�a verdaderamente eficaz para producirlo. En la escena siguiente, sale a la calle vestida con la ropa estilo hippie de la madre de Sid. Frente a una vidriera se horroriza al verse parecida a Stevie Nicks, cantante del grupo Fleetwood Mac (verdadera ant�tesis de los Sex Pistols). Ese improvisado espejo le devuelve su imagen bajo una forma que aborrece. Entonces, es tomada por la angustia. En su desesperaci�n se arranca el vestido y queda semidesnuda en medio de la calle. De tal modo, se pone en evidencia la fragilidad de su cuerpo como sost�n para la vestimenta que lo recubre.
Recurso a la escena
La relaci�n entre los j�venes se afianza progresivamente. Nancy decide llamar a su madre a los Estados Unidos desde una cabina telef�nica.
-�Mam�, �Adivina qu�! �Sid y yo nos casamos! �Por qu� no nos mandas dinero para la luna de miel?! -�No, no necesitamos s�banas. Podr�as mandar doscientos d�lares por American Express.� -�Me cas�, claro que me cas�...� -���l me quiere m�s que t�! Esc�chame, si no me env�as el dinero ahora mismo, vamos a morir. Eso te gustar�a, �no?�
La conducta de Nancy tiene un franco car�cter ostensivo. Hace del casamiento con Sid una escena dirigida a la madre; una puesta en escena que demanda la respuesta del Otro. Con su llamada telef�nica Nancy reclama nada menos que su reconocimiento como sujeto. Pero el Otro no acusa recibo del mensaje. A continuaci�n, pega un pu�etazo contra el vidrio de la cabina y lo hace pedazos. Es un punto de dificultad extrema, sin recursos para responder, vemos a Nancy salir finalmente despedida de la escena. Su ca�da hace patente la exclusi�n que siempre ha vivido. Cuando los Sex Pistols salen de gira a los Estados Unidos, Nancy se ve nuevamente en la encrucijada de soportar un momento de corte. La noche previa al viaje, reclama a Sid sexo hasta el agotamiento; pide a gritos la droga que aliviar�a la despedida. Unos d�as m�s tarde Sid la llama para saber c�mo est�; Nancy vuelve a mostrarse sorprendida: No puedo creer que me llames; cre� que me hab�as dejado. M�s adelante, Nancy le preguntar�: �cuando yo muera estar�s triste? En otros t�rminos: cuando yo muera: �habr� sido alguien que merecer�a de tu parte un trabajo de duelo? Sid responde sin dudar: No podr�a vivir sin t�. Ella confiesa entonces su fantas�a de pasaje al acto: Vay�monos juntos. Podemos tirarnos de un edificio o a las v�as de un subterr�neo. Si te lo pidiera �lo har�as? Nancy desconoce as� que para el sujeto existe una alternativa diferente: el acto. Y la caracter�stica del acto es conseguir un �xito al precio de un fracaso.
Incisiones
De todo lo acontecido durante la gira se destaca un episodio. Luego de un concierto, los fans del grupo forman fila para ver c�mo Sid, recostado en una cama, se corta con una hoja de afeitar. Una tras otra, las incisiones van escribiendo sobre el pecho el nombre de Nancy. �Se trata acaso de un alarde de resistencia al dolor? �Sid denuncia por esa v�a un rasgo masoquista? �Qu� marca pone en juego su proceder? M�s all� del car�cter er�tico que la secuencia pone de manifiesto, esos tajos tienen la funci�n de situarlo como sujeto en el campo del Otro. El goce perverso resulta de la equivalencia del gesto que marca y el cuerpo objeto de goce. La herida que Sid se provoca es de �ndole totalmente diferente: intenta la apertura entre el cuerpo y su goce. Esos trazos buscan producir la hiancia, la hendidura, que abra la posibilidad de un goce diferente. Constituyen la tentativa de dibujar sobre el cuerpo el efecto de una p�rdida. Y no son marcas indiferentes: introducen el nombre de su amada. No hay amor sino por un nombre, nos recuerda Lacan. Inscribir el nombre de aquella a quien dirige su amor, constituye para Sid un umbral de crucial importancia. El atravesamiento de la angustia exige que el Otro sea nombrado.
En riesgo de vida
Sid y Nancy necesitan consumir droga a cualquier precio. Se aferran a lo que seg�n ellos les permite vivir. Sin embargo, todo se vuelve indiferente: el hambre, la sed, el sue�o, el despertar. Anclado a ese tedio penoso, el cuerpo pierde toda ansia de movimiento, el sexo ya no tiene sentido, se quiebra el lazo social. �Hace cu�nto que no hacemos el amor?, se preguntan. Pero no pueden recordarlo. M�s a�n: no saben en qu� ciudad vivien, qu� d�a de la semana es. Perdidos los recuerdos, para ellos el tiempo no transcurre. El propio sujeto est� perdido. Aquel sujeto que sufri�, goz�, tuvo amigos, una historia, ha desaparecido. Tambi�n ha desaparecido su capacidad de creaci�n, en la medida que a ella se llega, no al desembocar en el goce, sino al encontrar una forma para su p�rdida. La droga sumerge a Sid y Nancy en un estado de virtual anestesia. As� sustra�dos, anestesiados del Otro, se sit�an como invulnerables a la alteridad que podr�a afligirlos. Reconocemos la vida al encontrar a la frontera que confina ese goce letal. Una marca, un trazo que introduzca como efecto el �marchitamiento� del goce.
-�Ojal� me hubiera muerto� � se lamenta Nancy � � t� al menos fuiste alguien. Yo no soy nada para nadie�. Sid replica: -�A m� tambi�n me gustar�a que estuvi�semos mejor. Ojal� pudi�ramos salir de aqu�. -�Mat�monos, lo prometiste.� -�Quiero volver a Inglaterra, con mis amigos y la gente que me quiere.� -�Lo dices todos los d�as. No podr� levantarme ma�ana para hacer lo mismo. No puedo hacerlo m�s.�
La droga les ofrece la obtenci�n reiterada de lo mismo, los conduce inexorablemente al mismo lugar. Han llegado al l�mite donde el sufrimiento deja de hacer sufrir; �c�mo soportar su cuerpo cuando ya no responde al principio de placer? Intentan sostenerse vivos, �pero vivos para qui�n? Se trata entonces de una elecci�n: morir de alg�n modo cada d�a o bien seguir huyendo. Sid y Nancy buscan un modo de sobrevivir. Y apuestan �todo por el todo� a la droga para alcanzarlo. Exponer la vida, poder jugarla: esa es la verdadera apuesta. No hay otro medio de superviviencia para el sujeto que la castraci�n. El mayor riesgo no es la muerte: es el riesgo de jugarse la vida.
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